había metido en la guerra mundial y tuvo una posguerra muy feliz.
Los españoles conocieron el hedonismo, la buena vida y en consecuencia se
incrementó el vicio del tabaco inhalado (el celebre rapé).
Todos los hombres que se preciaban de elegantes llevaban en su bolsillo un
bonito recipiente, en forma de caja, donde había polvo de tabaco (rapé), que
se intercambiaba como signo de cortesía: "¿quieres echar un polvo?" Pero
como era de mala educación inhalarlo delante de señoras, cuando sentían el
síndrome de abstinencia los hombres educados salían del salón con la excusa
de echar un polvo.
Pero muchas veces la ausencia del salón no era exactamente para inhalar rapé
sino para tener un encuentro con alguna damisela en las habitaciones altas
que tenían las casas de "buena familia". Con el argumento "Voy a echar un
polvo" el hombre se perdía por las habitaciones, donde se encontraba con su
amante para un encuentro sexual.
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